No hay nadie como Quique y Roberto, Los Hermanos Cubero. Si bien uno de los grandes males de la música popular es la eterna repetición de esquemas manidos, pidiendo a gritos riesgo y personalidad, pocos firmarían a priori que una propuesta como la de los alcarreños pudiera resultar tan acertada.
El cruce de caminos es sin duda peculiar, encontrándose la jota con el bluegrass en una fabulosa aventura de folclore, inquietud y talento. Así, les hemos podido ver sobre todo tipo de escenarios, desde festivales de folk a grandes eventos como Primavera Sound. Con la publicación de “Quique dibuja la tristeza” (el Segell, 2018), su tercer largo, las puertas se abren todavía un poco más priorizando sobre el estilo la necesidad de compartir un duro momento personal. Un disco nacido de la pena, del dolor, que sin embargo reparte luz y optimismo. Un nudo en la garganta. Sin caer en los aburridos lugares comunes que Los Hermanos Cubero nunca visitaron. Estrellas inesperadas.