Texto: María Nieto
¿Habéis escuchado alguna vez eso de que “algún día te arrepentirás de todas las cumbias que no bailaste por ir de rockerillo”? Pues eso no le va a pasar a Depedro. Y probablemente tampoco le vaya a pasar a los cientos de personas que el pasado viernes abarrotaron la Sala Capitol para disfrutar de la despedida de la gira “Todo va a salir bien”. Y sí, el nombre de la gira es a la vez una declaración de intenciones y el mayor spoiler de la historia.
Depedro es el alter ego más bailongo, reivindicativo y gamberro de Jairo Zabala, y ha encontrado la fórmula perfecta para que el rockerismo y las cumbias sean compatibles, y evitarnos así la extinción y el aburrimiento. Quien le ha vivido en directo lo sabe, y por eso lo fieles acudieron en masa a la despedida de una gira que, efectivamente, salió bien, y que arrancó con Pez Mago haciendo los honores como artista invitado y telonero. Y mago es, porque fue capaz de hacer corear a toda la Capitol sus temas sin vergüenza alguna.
Cuando Depedro sube al escenario el respetable está ya más que preparado. Cerveza fría y calor en el ambiente, el trópico en la fría y lluviosa noche compostelana. Jairo saluda en gallego y, sin solución de continuidad, arrancan los audiovisuales y suena “¿Hay algo ahí?”. Y ya está. Boom. Ya no hay marcha atrás. Desde ese momento y hasta dos horas después la cumbia, la bachata, el pop, el rock y hasta el reguetón se fusionan con la voz melosa y canalla de un Depedro mejor acompañado que nunca, y nos atrapa, nos embruja, nos hipnotiza. Imposible no sucumbir.
“Todo va a salir bien” son las canciones que todo el mundo ha tarareado en los conciertos de Depedro, pero reforzadas por una banda sublime y puestas en marcha en una especie de vorágine de felicidad y despreocupación. Este concierto es un agujero de gusano a otra dimensión, en la que llorar con los boleros es ley y olvidar las penas bailando norma de convivencia.
Hay espacio para la reivindicación en “Nubes de Papel” -que Jairo dedica a un Chile que le duele como solo duelen las cosas que uno ama. “DF” deja el sabor del tequila y la sala en la sala, y “Déjalo ir” se convierte en un himno. Esto es perfecto, imposible mejorarlo ¿Imposible? Ja.
Y entonces Jairo mira al público, a esa sala abarrotada, y dice “está muy lleno, pero yo creo que hay sitio para que bajemos a bailar con vosotros”. Y la banda abandona el escenario y se acerca al público, se fusiona con él, literalmente. Percusiones y guitarras y cinco músicos sublimes rompiendo la cuarta pared como en un juego. La están gozando, y se contagia, como las cosas buenas de la vida y la varicela.
Hay tanta magia en el ambiente que parece imposible que no sea la propia Luz Casal quien coree “Te sigo soñando”, y, aunque sea noviembre y fuera caiga la mundial, los acordes de “Fiesta de San Juan” de Serrat nos hacen sentir el calor de las noches de junio en las que todo es posible y olvidamos la cazadora en cualquier bar.
“Flores y Tamales” (viva México) marca el punto álgido de una noche en la que también hubo espacio para el romanticismo, escondido en los acordes de “Diciembre” y colgado de los coros de “Llorona”, la versión con la que la banda abandona el escenario, mientras todo el público suspira coreando un estribillo que pide más.
Pero como despedirse es complicado, y la ganas siempre ganan, Depedro regresa a las tablas de la Capitol con la intención de demostrar que sí, efectivamente, “Todo va a salir bien”. Invita a subir a Pez Mago, da el pie con un acorde de su guitarra… y de repente Violent Femmes cobran vida con un “Like a blíster in the sun” irredento, catártico, diferente y hasta un poco irresponsable, que suena a fiesta con amigos, a noches infinitas y a vivir la vida como si fuese nuestra y eterna.
Abandonar la Capitol fue complicado, porque la banda se apostó en la entrada a firmar discos, posar para selfies y sonreir a todos como solo los que poseen el secreto de la cumbia y el rock pueden hacerlo, y porque salir de allí suponía volver a la fría noche de noviembre de Compostela, dejando atrás el caribe que Depedro crea en sus conciertos. Nos consolaba la promesa gritada minutos antes sobre el escenario: “Nos da pena que esta gira se acaba, pero somos muy pesados y volveremos”. Menos mal que nos queda la esperanza.