¡Ya están aquí! Y los regresos nunca son sencillos. Todos guardamos en la memoria una lista de retornos inesperados que nunca debieron producirse, en los que la nostalgia pudo más de la cuenta y a los que la realidad golpeó con crueldad y dureza. Por eso, simplemente por el riesgo que supone, tiene mucho mérito la nueva encarnación de Boss Hog. El combo de punk formado por Cristina Martínez y Jon Spencer en Nueva York allá por 1989 volvía con fuerza a los escenarios, planteando una nueva gira española que el pasado jueves noche recalaba en los fondos del Palacio de Prensa.
Blues, distorsión y rock & roll sin tregua que muchos esperaban con palpable expectación. La sala 0 del Palacio de Prensa ofrecía un gran aspecto minutos antes del show, así como en las colas frente a la céntrica plaza de Callao. La banda volvía para presentar su primer largo en 17 años, “Brood X”, un nuevo capítulo de una trayectoria cuya irregularidad ha sido enormemente compensada con actitud. La actitud de los grandes.
La sala rezumaba rock & roll por los cuatro costados en un ambiente perfecto de garito, no podía ser de otra forma, y de algún modo nos preparaba para lo que estaba por llegar. Con fieles, apasionados del rock de los noventa y nuevos curiosos amontonándose alrededor del escenario. Así, arrancaba el concierto por todo lo alto con “Devious Moterfucker” y una añeja, “Winn coma”, corte garagero ideal para poner a tono al personal. La presencia de Cristina Martínez se mantiene provocadora e intimidante, una actitud punk perfecta para descontracturarse y olvidarse de todo durante un par de horas. Así fue y así debería ser siempre.
El concierto avanzaba con una de las nuevas, ese zarpazo que es “Disgrace”, con el tenso punteo de un Jon Spencer desatado y la agresividad que a muchos veinteañeros ni les sale. Está claro que no es una cuestión de edad. En el viaje temporal que experimentamos sonaría la también noventera “Pop catastrophe” y dos más de las nuevas: “Elevator”, con el teclado de Mickey Finn protagonizando; y el single de su nuevo disco, “Ground control”, en el que un inquieto Jon Spencer daba un paso adelante para participar en las voces.
Un show sudoroso, tenso y muy divertido, ideal tanto para la vieja escuela como para inconformistas. Tras despedirse momentáneamente con “I dig you”, el quintento regresaba al escenario para rematar con temas como “17” y “Texas”, recargando las pilas de los allí presentes. De eso se trata. Solo esperamos que esta vez sea un hasta pronto.