Texto: Bruno Corrales
Mucho más allá de un tributo, de lo que entendemos habitualmente por homenaje. Delorean, cuarteto de electrónica formado en Zarauz a principios de siglo, reconocidos por su trayectoria incluso (o más todavía) fuera de nuestras fronteras, decidían volver la vista atrás, ahondar en sus orígenes y, tal y como hiciese Mikel Laboa, mezclar tradición y curiosidad para dar vida a algo nuevo. Así, a finales del año pasado cobraba forma discográfica un proyecto ambicioso y valiente, denominado simplemente Mikel Laboa. En ningún caso un disco de versiones, sino la recuperación de una figura fundamental de nuestra música como base para crear. Rizar el rizo, ir más lejos, eso que la música popular requiere tan urgentemente, agonizante en una repetición de esquemas y revivals nostálgicos.
Mirando hacia atrás y hacía adelante al mismo tiempo, Delorean han construido su trabajo más introspectivo, menos enfocado al baile y seguramente uno de los más interesantes. Electrónica de alto nivel a partir de una materia prima sin igual. El show estaría enfocado necesariamente en el disco, aunque comenzando por el final, con ‘Orreagarako Introa’ y ‘Orreaga (Lekeitio 6)’, en la que se deconstruye la propia voz e instrumentación tradicional de Laboa a modo de collage sonoro. También escucharíamos, absortos, al patriarca de la nueva canción vasca en la inquietante e inspiradora ‘Komunikazioa-Inkomunikazioa’, bajo una lluvia leve de sintetizadores.
“Este disco es una invitación a que escuchéis la obra de Mikel Laboa, y espero que lo hayamos logrado”. Alcanzada la medianoche, Ehki Lopetegui se acercaba al micrófono para dirigirse al público y agradecer la atención, despidiéndose con ‘Kantuz’. Tema que abre un álbum cuya portada es obra de otro artista vasco de relumbrón, José Luis Zumeta. Y es que ningún detalle era baladí en un show único, incluso el concierto tenía que empezar algo más tarde de lo habitual debido a la complejidad del montaje, con un escenario blanco impoluto ideal para los juegos de luces con los que ambientar cada momento. Los que anoche se acercaban al Teatro Lara pueden sentirse afortunados por haber asistido a un espectáculo inimitable, sensacional. Un paréntesis en la dinámica del grupo en el que abordar un plan valiente, plagado de matices e investigación sonora.