Texto: Bruno Corrales
El ambiente de las grandes noches iba desplegándose a lo largo y ancho del Teatro Lara, fabuloso lugar para recibir a un no menos único artista. Embuido bajo un frondoso sombrero de paja, no sería el único de los modelos con los que nos sorprendería, la figura de Vinicio Capossela aparecía misteriosa sobre el escenario tras una divertida presentación a cargo de sus músicos. Ante nosotros una leyenda de la música italiana, artista total de los que apenas quedan, ducho en la escritura, la poesía y hasta en la actuación. Pero sobre todo prestidigitador de canciones y ahora explorador de la música tradicional del sur de Italia.
La excusa para volver a Madrid, si es que hiciese falta alguna, era seguir presentando el que ya es su décimo álbum de estudio. “Canzoni della cupa”, disco de oro en Italia, es una valiosa recuperación y reinterpretación de la música popular de la tierra de sus padres. El músico se formaría en trío, con los magníficos Alessandro “Asso” Stefana y Víctor Herrera, acompañándose en muchos de los temas por unos mariachis. Tanto la fiesta como la nostalgia estaban aseguradas y a la hora fijada el teatro iba llenándose hasta arriba literalmente, con admiradores puestos en pie en los fondos de los todos los palcos. Ahí estaba buena parte de los italianos residentes en nuestro país, entregados a la causa, así como jóvenes e inquietos músicos del panorama independiente tales como Le Voyeur Méndez, Antonio Hernando o Alberto Acinas. Tampoco una leyenda del rock como Ariel Rot quiso perderse tan prometedora velada.
Un concierto largo y vibrante que en cualquier otro caso hubiese dejado satisfecho al público. Pero no, pues por cómo iba concluyendo la noche daba la impresión de que más de uno y de una hubiese seguido olvidando sin reparos el maldito calendario laboral, cerrando las puertas del teatro para seguir con Capossela hasta el amanecer. Qué otra cosa puede suceder ante alguien con tanto que contar, y con canciones como “Pena de l’alma” o “Che coss’è l’amor”. Y como allí todos nos resistíamos a volver a las calles de Madrid, Capossela ofrecía un segundo bis y un recuerdo a todos los expatriados con “La golondrina”. Broche de oro para una noche apasionante y llena de arte, de colores e historias de otro tiempo. ¡Y de sombreros!