La calidez del frío y la frialdad de lo cálido; eso es Peter Broderick. En su ambientación neoclásica, este señor de Carlton, Oregon, consigue emocionar y dar cobijo sonoro a cualquiera que se acerque a su obra, llena de matices en un cancionero mayormente instrumental que invita al espectador a soñar. Tras participar en diferentes proyectos de bella manufactura tales como Horse Feathers, Norfolk & Western, Loch Lomond o Laura Gibson, el multi instrumentista, destaca sobresalientemente en este proyecto personal. Una carrera que está resultando de lo más prolífica para sus apenas treinta años de edad, pues ya son incontables los álbumes en los que figura en los créditos.
Con su último disco, «Partners» (2016) Peter Broderick reafirma su gran momento de forma actual en una más que digna secuela a su anterior «Colors of the Night» (2015), un álbum que destacaba por lo optimista y colorista, no tan habitual en otros de sus trabajos. Con él despertó una gran aceptación entre público y crítica. Este joven pintor de paisajes sonoros no ha hecho más que iniciar un despegue que no tiene previsto tocar techo vistos los grandes niveles compositivos en los que se mueve.