MAIKA MAKOVSKI, BUSCANDO EN EL FONDO DEL BAÚL, por César Luquero
El brillante regreso de la artista balear es una de las mejores noticias de la temporada.
Maika Makovski solo tiene 33 años, pero los ha vivido con inusual intensidad. En su Palma de Mallorca natal, por supuesto, pero también en Nueva York, Madrid, Barcelona, Leysin o Londres. En Macedonia –la tierra de su padre, el músico Vangel Makovski– curó las heridas del desengaño e hizo acopio de fuerzas para escribir canciones tras mucho tiempo sin plantar cara al folio en blanco. El pasado mes de junio publicó Chinook Wind, sexta muesca de una discografía heterodoxa a la que cualquier melómano con inquietudes debería prestar atención.
Maika empezó garabateando acordes cuando todavía era púber. Siendo adolescente ya sabía lo que era defender un repertorio de cosecha propia. Y con veintipocos había grabado un par de álbumes. Ahora es una artista veterana, de trayectoria consolidada y multidisciplinar –canta, actúa, pinta–, que deslumbra en cualquier registro. Ha grabado trabajos de folk-rock electrizante, como «Kradiaw» (2004) y «Kraj So Kóferot» (2007). Ha compuesto música para teatro –la contenida en «Desaparecer» (2010)– y escrito repertorio para terceros. Ha plasmado su propia visión del blues en ese disco sustantivo e imprescindible que es Maika Makovski (2010). Y jugueteó con el pop en el ecléctico «Thank Your For The Boots» (2012), obteniendo resultados más que significativos.
Su nuevo álbum –realizado bajo la tutela del músico y productor británico John Parish, con quien ya había trabajado– es una virguería que conjuga contención formal y textos abrasivos, con el naufragio sentimental como telón de fondo y el paulatino reencuentro consigo misma al abrigo de los suyos. Un ciclo de canciones extraordinario que promete conciertos de verdad emocionantes y que será presentado en el Teatro Lara de Madrid el próximo 20 de octubre. Vayan cogiendo aire para la velada, porque les va a hacer falta.
Canción recomendada: «Bulldog»