Loops vocales, ritmos selváticos, fantasmagóricos, globos de plomo flotando sobre el público, Orchestral Manoeuvres in the Dark en versión kraut, Phil Collins desviado. Suena “Ypsilom” y comienzan los botes, las manos levantadas y los gritos desde el público de por-fin-es-viernes. “Somos Perlita, desde el fondo del bar”, se presenta Pedro Perles; voz, cabecilla, frontman, showman y bailarín desincronizado de Perlita, trío gaditano que se presentó ayer en la sala El Sol con el mismo descaro con el que se han sacado de la manga “Cangrejo Yeti”, un álbum debut que les sitúa entre los grandes descubrimientos de este primer trimestre de 2016.
Los encargados de animar aquello, dejarlo caliente a la espera de este pequeño y nuevo fenómeno llegado desde la Bahía de Cádiz fueron los chicos de Fuckaine y su locura sonora desarrollada entre su debut, “Totally Contagious”, y lo que está por venir. Con canciones dedicadas a la Expo 92, a Curro, Cobi y a alguno que había comenzado la fiesta hora antes, la formación liderada por Tábata Pardo y Fran Meneses aportó solvencia a su forma de entender el rock en el siglo XXI.
Y con esas y pasadas las once de la noche se posaron sobre el escenario Perlita. Junto a Pedro Perles, su hermano Esteban a la batería y Calde Ramírez a los sintetizadores forman un combo de carácter y con la imaginación suficiente para crear una fiesta a base de ritmos que no entran dentro de lo habitual. Tras un inicio fulgurante, Perlita siguieron subiendo un Tourmalet de emociones con “Romance”, donde Pedro Perles comenzó a saltar y agitarse entre luces azules y rojas y humo y cabezas en movimiento. La fiesta de uno mismo.
“Okapi. Todos sois un Okapi, no hace falta que os lo recuerde”, presentaba el cantante esa canción kraftwerkiana sobre inmigración amable recogida en su debut. “¿Qué hará en el Congo Belga?”, se preguntaba Perles mientras golpeaba con fuerza el micrófono contra su pecho de camisa vaquera sudada. Synthpop y actitud de Ozzy Osbourne. Ya tenemos nuestro Samuel T. Herring.
Si los mundos sonoros de Perlita se antojan decenas en su álbum, en directo las opciones se expanden. Desde la voz robótica de “Flash Your Ass” a “King-Pin-Elephant” y su “baila ritmo cálido”, una mezcla de Passion Pit y Sergio Dalma, un Jamie Lidell tropical en el que hasta los idiomas se entremezclan. Todo cabe en la música de Perlita si merece la pena. Todas las manos arriba, locura y el trío llegando a la cúspide tras su aterrizaje en Madrid. Imposible obtener mejores sensaciones de una banda que comienza a estrenarse. Los que estuvieron anoche en El Sol ya saben cómo se las gastan. Es cuestión de tiempo que la palabra y el sonido de Perlita se extiendan como religión nocturna que son.