Por Isaac Pedrouzo
Es probable que las cosas inesperadas que suceden sin más sean las mejores cosas.
Puede que no. Por suerte, este día era uno de esos días.
Es probable que la lluvia de Galicia, la que engaña y moja más de lo que uno puede esperar, fuese un vaticinio, que esta cita era la cita trascendental que todos buscamos alguna vez.
Nadie faltó. Nadie de los afortunados que consiguieron una entrada para el Café & Pop Torgal. Ese sitio raro donde a veces no hay vítores porque no resultan necesarios. Donde los tickets pasan por delante sin avisar.
Así salieron al escenario.
A la hora acordada, la que pone el papel.
El Mató a un Policía Motorizado. Su fin de gira. La última noche. Una final.
Con la luz roja y el sonido de las cervezas que se abren tímidas.
Y después silencio. Y algunas risas. De las que no duelen. Porque para doler ya estaban las canciones.
No vi venir un tiro así al corazón en una tarde de domingo.
No hubo aliento y todo me fue lastimando despacio en mitad del pecho. Con los sonidos nuevos de Excalibur entre las luces tenues del escenario y las miradas atentas de los asistentes. Con la intensidad contenida de Chica de oro en un formato inédito, medio desnudo. Pero eficaz.
Es probable que, de no haber sido allí, en ese sótano, no hubiese sobrevivido a La casa fantasmal, o a El perro. También es probable que Buscando más allá me hubiese matado de todas maneras en cualquier otro lugar.
Yo, que no suelo morir fácil.
Y la agonía complaciente de las canciones se fue alargando mientras entre canción y canción la lluvia recordaba que allí afuera seguía la realidad. A la que, por mucho que me empeñase, no quería ya volver.
Me recuperé por un instante de El Tesoro, esa derrota en forma de canción acústica, pero para cuando fui consciente, La noche eterna me bajaba por la garganta y pensé que ya era tarde. Al menos para mí.
El final, que llega siempre sin avisar, no fue ningún alivio milagroso. Porque cuando algo se acaba quiere decir que no va a volver, es probable que no vaya a volver.
El Mató a un Policía Motorizado dolieron, con ese dolor benévolo que te recuerda que por dentro todavía queda algo. Volví a casa empapado sin casi darme cuenta, feliz porque comprendí que había estado allí, en una de esas citas que todos necesitamos alguna vez.
Escucha el setlist del concierto aquí:
Imágenes: Cenizas en el aire