Texto: Miguel Ángel Ruiz
La del festival Sinsal SON Estrella Galicia es una apuesta por la calidad, y el público lo sabe. Prueba de ello es que, año tras año, los abonos se acaban en menos de una hora a pesar de que el cartel es secreto. La edición de 2019, celebrada del 25 al 28 de julio, no fue una excepción, desde luego.
El hecho de que se celebre en el incomparable marco de la isla de San Simón, en Redondela (Vigo), y que la entrada sea tan limitada (800 personas por día), favorece, además, que se puedan presenciar los conciertos al lado de los propios artistas. Estos, a su vez, como el resto de los asistentes, descubren propuestas musicales, disfrutan de la gastronomía de la zona y participan de la multitud de actividades paralelas con las que cuenta el festival, entre ellas, nuestro taller de cultura de cerveza, ‘A qué suena tu cerveza?’.
Las propuestas musicales obedecieron, como es habitual, a uno de los valores que, cultivados con mimo por la organización desde el principio, se ha convertido en seña de identidad del festival: la multiculturalidad. La última edición de Sinsal SON Estrella Galicia, ha contado con bandas de Ghana o Estados Unidos, pasando por, Malasia, Turquía, Brasil, Reino Unido, Bélgica, Portugal y España. Un auténtico crisol de influencias y estilos unidos por un denominador común, la calidad indiscutible de las bandas. Esta variada idiosincrasia musical hizo que el mismo público que guardaba un respetuoso silencio en el concierto de la portuguesa Lina, acompañada de las atmósferas creadas por el productor Raül Refree, acabara haciendo pogos (sí, pogos) en el final del concierto de Michelle Davis & The Gospel Sessions, desbordando de funk y soul el escenario San Simón SON Estrella Galicia. Allí, horas antes, los belgas STUFF demostraron por qué son una banda referente en la renovación del jazz bailable en Europa.
Los ghaneses FRA! y KyeKyeKu & Ghanalogue Highlife fueron otros de los platos fuertes de ese mismo escenario, que abría el jueves la murciana Lidia Damunt; el viernes, la gallega Mercedes Peón con su propuesta renovadora del folk gallego; y el sábado, The Venopian Solitude, desde Malasia, con una actuación llena de energía, que incluyó una intensísima revisión del ‘Show me the meaning of being lonely’, de The Backstreet Boys.
Los catalanes El Petit de Cal Eril y los británicos Teleman, aportaron grandes dosis de elegancia y calidad al cartel del Sinsal. Los primeros, desde el ámbito del folk-rock, con destellos de pop independiente; y los segundos desde una visión ochentera new wave, fueron otros dos grandes descubrimientos del festival. Y si hablamos de sorpresas, tenemos que citar el post-rock experimental con toques de trip hop de la multi instrumentista portuguesa Surma, y la mezcla perfecta de soul, R&B y electrónica de Blanco Palamera, desde Santiago de Compostela. Quizá el momento más complicado lo vivieron los turcos Gaye Su Akol, que ofrecieron su concierto bajo una lluvia que por momentos cobraba intensidad. Su psicodelia gipsy acabó conquistando a un público entregado a pesar de la meteorología (y gracias a los chubasqueros de SON Estrella Galicia), que no pudo empañar esta nueva edición de un festival único e inigualable como el Sinsal.
Como broche de oro, para amenizar la espera de los barcos que devuelven al respetable a tierra (y de nuevo a la realidad), sesión musical a cargo de Juan de Pablos. ¿Alguien da más?