Es miércoles, los termómetros hace rato que no bajan de los 35 grados en Madrid y la gente bebe en la calle adelantándose a las fiestas del Orgullo. Esquivando vasos de mini y una pantalla gigante donde se proyecta un videoclip protagonizado por el paparazzi Gustavo González y la drag queen Nacha la Macha, atravesamos Sol y nos adentramos en la calle Montera. El ruido se mezcla con el ambiente festivo, que llega hasta Gran Vía, por dónde conseguimos escapar y acabar en la Plaza de la Luna.
Nos colamos por Corredera Baja de San Pablo y, en contraposición a todo lo que está sucediendo a tan solo unos metros, nos encontramos con la tranquilidad de una inmensa cola de gente que espera para pasar al Lara. Este teatro a la italiana construido en 1879 alberga esta noche el tercer concierto de la gira por los 10 años de SON Estrella Galicia y el invitado no puede ser más especial José González.
Hace tan solo unos meses (octubre 2018) que el cantautor sueco de ascendencia argentina pasaba por SON Estrella Galicia, pero ahora el formato ha cambiado. La grandilocuencia de la orquesta The String Theory y el teatro Calderón de entonces han sido sustituidos por el minimalismo de un par de guitarras clásicas, un cuidado juego de luces, un pequeño pedal y el acogedor Teatro Lara, que recibe hoy a 500 respetuosas almas que atienen en silencio a uno de los conciertos más personales que se han producido aquí en los últimos meses.
A José González, que anda preparando el que será su próximo disco, no le hace falta más. El músico que ha puesto banda sonora a series como The O.C., House, Bones o Scrubs, reconoce que este es su formato preferido y que volverá a él en el próximo trabajo. La verdad, se mueve en él como pez en el agua. Hasta cuando se equivoca. Una entrañable mueca aparece en su cara y sin pudor vuelve a empezar o retoma dónde lo había dejado. Ese es el caso de “Blackbird”, versión de The Beatles que, aclara, “fue la primera canción que aprendí a tocar”. No faltan otras revisiones como “Teardrop”, de Massive Attack y justo recordamos que, en una entrevista realizada días antes, González había confesado que andaba preparando una versión de Julio Iglesias que al final no ha llegado a tiempo para la fecha de Madrid.
Es muy complicado que un virtuoso de la guitarra como González, lejos de complejidad, transmita sosiego al tocar. Hace que todo parezca fácil. En ocasiones conmovedor, a ratos hipnótico, pero durante las más de 20 canciones que interpreta esta noche, hay una constante que se repite: magia. Hay en él un halo de esos autores que lo inspiraron en sus inicios, como Silvio Rodríguez o Mercedes Sosa, que nos trasladan a los 60 y los 70 y entonces suenan canciones como “Heartbeats”, “What Will Be”, “The Line” o “The Forest”… Pero no suenan de cualquier manera, es como si las estuvieran pinchando en un tocadiscos. No sabemos si es por esa magia, porque nos hace sentir como en casa, porque nos emociona y nos revuelve a partes iguales… Y es entonces cuando caemos en la cuenta de que quizás la respuesta esté en el formato. No es que menos sea más; menos, en este caso, lo es todo.