Texto: María Nieto
Llevan casi 6 años convirtiendo cada concierto en una fiesta, aunque Rober, Abel y Jesse se conocen desde mucho antes – y tocan juntos desde tiempos inmemoriales-. Pero la realidad es que Los Vinagres, como hoy los conocemos, nacieron en el invierno de 2013. Unos meses después se incorporaba Sergio a la ecuación y… PUM. Ya tenemos la verbena montada.
Porque Los Vinagres son principalmente eso: puritita verbena, alimento fiestero para el cuerpo y el alma en forma de rock canalla y gamberro venido de las afortunadas. Y el pasado sábado lo dejaron clarísimo en la Sala Mardigras. A Coruña disfrutó de una jornada primaveral llena de citas culturales y sin duda el directazo de Los Vinagres fue el remate perfecto.
Ni un alma cabía en la Mardigras cuando los canarios saltaron al escenario, y desde el primer momento “Los Volcanes” transformó la sala en una fiesta. Estos chicos son pura energía gamberra y en directo suenan a verano, a despreocupaciones y a vivir la vida como debe hacerse: sin prisas, pero sin pausa.
Y aunque el respetable rondaba la veintena -como los propios artistas- en esa sala coruñesa había más savoir faire que en todo el estado junto: felicidad y distensión de la mano de una banda que no tuvo reparos en hacer juegos de palabras -y gestos- con un plátano canario sobre las tablas mientras sonaba “No te pongas carmín” y la sala enloquecía. Porque la vida es corta y un riff de guitarra puede arreglarlo todo.
Más de hora y media de directo condensando toda una actitud vital: “Verbenita” y “Chibichanga” son los temas -y el sonido- que mejor define a una banda absolutamente imparable, que levanta la sala con cada acorde. En las primeras filas el éxtasis es ya imparable y el buen rollo de contagia. Y no es para menos. Los Vinagres son hijos de la tierra donde el carnaval es religión y llevan la fiesta en las venas. Y pocas cosas hay más apropiadas cuando tu sonido es lo que ellos mismos denominan “rock volcánico” que tomarte la fiesta muy en serio.
“Sácate los colmillos” eleva la temperatura dos grados -más-. El punto de ebullición se acerca peligrosamente y ya no hay quien pare este huracán.
Solo quiero bailarlo si es contigo
Solo quieres bailarlo si es conmigo
Esto ya está caliente
Nos tiemblan los tobillos
Vamos a molestar a tus vecinos
Y menos mal que la Mardigras está bien insonorizada, amigos, porque lo del sábado fue una verbena nocturna en toda regla. No hay nada como un poco de buen vinagre joven para aderezar cualquier noche de verbena.
Fotos: Pablo Rodríguez