Por Elena Rosillo
Decía San Agustín que, quien ama, no peca. Esta noche, Pablo Und Destruktion vino al Teatro Lara de Madrid a hablarnos de amor. De ese amor que, por supuesto, es tan libre como impedidos para la libertad estamos los humanos; de ese amor que no peca, tanto como nosotros pecamos. Escuchar al asturiano supone siempre un acto de confesión compartido. Él nos habla, y nosotros escuchamos, reímos, asentimos y reflexionamos pensando en cómo volver a ser, otra vez, puros y ligeros.
Llovía en Madrid. La banda de Pablo Und Destruktion (con el siempre fiel escudero Piblín a la batería) se trajo las nubes desde Asturias. También Indomable, encargado de calentar a una audiencia con los huesos fríos y poco acostumbrada a mantenerse sentada para escuchar al asturiano. Indomable despedía una etapa, Pablo Und Destruktion, también. Aunque no le guste llamarlo así.
“Fin de gira suena a estrategia de marketing. Y a nosotros nos gusta el marketing. Nos gusta la santina de Covadonga, el Rey Pelayo, pero no el marketing”. Que al asturiano le gusta hablar no es ninguna novedad; aunque hoy, quizá por la lluvia, se mostraba más ácido de lo habitual. Una acidez que no desmereció la bravura de una actuación que no bajó su nivel de intensidad en la hora y media que duró el concierto. Desde “Puro y ligero”, single de su último lanzamiento discográfico, Predación (Sonido Muchacho, 2017), hasta “Animal con parachoques”, canción con la que antes comenzaba sus conciertos, y ahora los termina.
Una hora y media de confesión en la que pudimos observar a un Pablo Und Destruktion que pasaba de la rabia del “Busero español”, predicando entre el público sensaciones de claustrofobia e impotencia, a la ternura de un tema nuevo, cantado en solitario, acompañándose solo de su guitarra (y sus dos micros juntos). Todo ello, acompañado de bases pregrabadas que hacían que el formato cuarteto – bajo, dos guitarras y batería – se ampliase y nos llevase más allá del Lara.
No hubo sitio en el repertorio del asturiano para sus temas más icónicos, “A veces la vida es hermosa” (que toca tan solo en contadas excepciones, o “Limonov”, su tema más coreado. En esta ocasión, el amor era el hilo conductor. El amor, y las reflexiones sobre si Marco Aurelio limpiaría el water de su casa. Pablo und Destruktion es siempre imprevisible. Una bomba de intensidades que explota, grita, salta y nos deja sin aliento. La actuación terminaba sin haber llegado a su final, debido al odiado tiempo (con una breve colaboración de Alberto Acinas como sorpresa final), regusto de dulce amargo, y ganas de arder (más).