Por Bruno Corrales
Nacida en Haugesund, Noruega, hace apenas 31 años, sorprende a bote pronto comprobar como Sundfør era capaz de publicar el pasado verano el que ya es el séptimo disco de su carrera, quinto álbum de estudio si no contamos sus dos referencias en directo. ¡En lo que para muchos de nosotros es tan poco tiempo! Pero eso no es más que un dato aplicable a lo mundano, y no habría más que alzar la mirada y comprobar la tremenda entereza de la nórdica anoche sobre las tablas del Teatro Lara para comprender la dimensión de su talento. “Music for People in Trouble” es su primer trabajo alejado de multinacionales, arropada ahora por el sello indie británico Bella Union, y precisamente el que la comienza a situar fuera de su país en el lugar que merece, como una de las voces folk a tener en cuenta.
Con ella regresaba el siempre interesante ciclo Voces Femeninas, que el año pasado nos traía a artistas tan imprescindibles como Lisa Hannigan. Pero volvamos, y volemos hacia el norte, desde donde llegaba la protagonista de la noche justo un día antes del Día internacional de la Mujer y de la esperada huelga feminista. Tras su paso por Barcelona, la cita en Madrid había generado muchas expectativas, y superadas las diez de la noche el teatro comenzaba a coger el color de las grandes noches. Una luz tenue, azulada en la pausa entre canciones, dibujaba la atmósfera perfecta para centrar toda la atención en la música noruega, que arrancaba el concierto con temas como “Mantra” o “Can you feel the thunder?”. Paisajes y pasajes etéreos, surrealistas, a piano o a guitarra y con la poderosa voz de Sundfør, creciendo desde los susurros a un volumen importante, pero siempre controlado con carácter y elegancia.
Correcta y extremadamente amable, la artista se dirigía al público allí presente con atención y agradecimiento mientras la noche se nos pasaba volando. Y casi sin creerlo sonaba ya “White foxes”, de su álbum de 2012 “The Silicone Veil”, con el que la compositora se despedía. Por suerte, pudimos disfrutar de un pequeño extra con la fantástica “No one believes in love anymore”, en la que el polivalente trío de músicos sobre el escenario demostraba su capacidad para emocionar, minutos antes de bajar el telón y regresar a unas calles de Madrid en paz consigo mismas, quizá contagiadas por el calor que Susanne nos trajo desde el norte.
