Por Bruno Corrales
Deberían limitarnos a los periodistas el uso de aquello de “noche para recordar”. ¡Por el bien común! Pero sobre todo porque conciertos como el de ayer tengan el valor justo y necesario.
Situémonos. Jueves invernal en Madrid y fecha marcada en rojo en el calendario para dar comienzo a la nueva gira de Tulsa. La donostiarra Miren Iza, imprescindible e inimitable compositora de la canción de autor española, se ha venido además definiendo como una artista audaz e inquieta. De adolescencia punk, la madurez le sorprendía -y nos conquistaba- construyendo hermosas canciones folk, para entonces abandonar la música por un tiempo.
Pero regresaba, y lo hacía con ideas renovadas y con la curiosidad tan intacta como para probar con texturas diferentes, desechando lo orgánico por definición y experimentando con sintetizadores. La esencia sigue siendo la misma, y tras el celebrado “La calma chicha” llega ahora este “Centauros” (I*M Records, 2017), un paso adelante en el que lo emocionante de sus historias y de su forma de interpretarlas se entremezcla con sensaciones más primarias, inexplicables, fruto de una parte musical que levantaba junto a Charlie Bautista y el productor Ángel Luján.
Anoche teníamos la suerte de comprobar el estado de esas nuevas canciones con banda al completo, y no iban a decepcionarnos. Comprobamos así las diferentes facetas de Miren Iza, salvaje y gigante en “Atalaya”, con la que todo empezaba, y resuelta con temas tan complicados como el propio “Centauros”, con la que terminaba de convencer a un público con las canciones más antiguas en la cabeza.
El pasado no iba a ser enterrado, aunque a estas alturas lo más coherente, como hicieron Miren y banda, es darle un lavado de cara. Así, sonaba una muy diferente versión de “Carretera”, o una mucho más reconocible “Matxitxako”. También hubo tiempo para recibir invitados, como Abraham Boba, con el que escenificaba la historia de desamor resignado que es “Pequeñas embestidas”.
Abría la noche la nueva dupla formada por Tórtel y Alberto Montero, unidos para la composición de un repertorio conjunto que muy pronto verá la luz de la mano de Intromúsica en formato EP.
En la calle, el viento helado nos devolvía a una realidad de la que nos habríamos desprendido por un rato gracias a Tulsa. Calor y emoción, así debería ser siempre. Artistas con personalidad y, a pesar de los años, capacidad para sorprender.