A las 22:30 de la noche en Coruña todavía lucía el sol, pero dentro de la Sala Garufa el ambiente se transformaba. Un escenario atípico con una enorme mesa de sonido, una pantalla sobre la que se proyectaban imágenes hipnóticas y mucha gente expectante poblaban la sala frente a la Playa de Riazor.
La II Semana de la Música servía de contexto para la actuación de Nathan Fake, que aterrizaba en la ciudad dispuesta a convertirla en una fiesta eterna, demostrando que su salto de la producción musical al front row en el escenario fue, sin duda, una buena idea.
Desde su estricto colegio de Northfork hasta el escenario de la Sala Garufa, pasando por algunos de los mejores escenarios del mundo, la electrónica de Fake es algo fuera de lo común. Circunspecto y callado, el artista salió a escena rodeado de humo y cañones de luz verde mientras el público enfervorecía. Aunque fuera estuviese anocheciendo dentro el espíritu de las madrugadas se apoderaba del Garufa: ecos de sus adorados Aphex Twin y Orbital, y muchos temas salidos de «Drowning in a sea of Love«, su gran trabajo de 2006 con el que se consagró como nueva promesa de la electrónica de nuevo sello. Y mientras, el público completamente en trance, bailando como si el mundo fuese a acabarse.
El ambiente oscilaba entre la fiesta interminable y la alegría infinita, mientras la noche avanzaba. Más de una hora y media después del comienzo los presentes no tenían la menor intención de dejarse vencer.
Ni una palabra dirigió Fake al público. Ni falta que hizo, su sonido hablaba por si solo. Una noche que se transformó en una fiesta infinita.