Texto: Pablo Luque
Es una gran suerte estar delante de una leyenda viva de la música y sobre todo poder verle desarrollar su obra. Un hombre cuya visión y maestría trascienden épocas, estilos o instrumentos: Daniel Lanois es, respira y rebosa música. Anoche se pudo comprobar que el canadiense sigue, a pesar de los años, hiper motivado con lo que hace y encantado de compartirlo.
El Teatro Lara, en el centro de Madrid, fue el elegido para que Lanois hiciera parada con su gira “Night of heavy sun”. Un tour que le está llevando por toda Europa y en la que el que ha sido productor de Bob Dylan, U2, Willie Nelson, Brian Eno o Peter Gabriel da rienda suelta a su vena instrumental más experimental.
En un sobrio escenario plagado de cables y de barritas de incienso, el maestro salió con su ya clásica indumentaria de gafas de sol y gorro. Comenzó acariciando las cuerdas de su pedal steel guitar para tocar una pequeña pieza de introducción, dulce pero con bases electrónicas. Aunque en muchos tramos de la actuación está solo sobre las tablas, Lanois también cuenta con la inestimable ayuda de quien podríamos llamar su escudero musical, que va cambiando las tonalidades de las bases a orden de Daniel para crear unas composiciones más completas.
Después llegó la parte más electrónica y experimental, con una mesa de sonido y unos cuantos moduladores con los que el canadiense iba improvisando y sacando de ellos unos ritmos imposibles. Esta sección de aproximadamente una hora supuso el grueso de la actuación y estuvo llena de cambios: variaciones de tempo, fases frenéticas, otras ensoñadoras, temas puramente electrónicos, otros más orgánicos. Todo esto apoyado por unas proyecciones muy interesantes y en momentos puntuales por un circuito de televisión que mostraba in situ la magia que Lanois iba haciendo con los aparatos.
Sólo un genio con una concepción tan especial y una visión panóptica de la música puede hacer algo así. A base de samples y sonidos indescriptibles, Daniel Lanois expuso lo que más adelante definiría como “un intento de poner un pie en el futuro de la música”. Acid jazz, dub, electrónica pura y dura, ambient… Una cascada sonora que a veces te mecía con notas suaves y otras veces hacía temblar el suelo del Teatro Lara con ramalazos de noise apocalíptico.
Tras la apabullante sesión, el maestro se sentó de nuevo en el pedal Steel guitar y tomó el micrófono para dar las gracias y despedir al público con “una nana para que os vayáis a casa”, aunque añadió que él luego iría “a tomarse un whisky” como buen norteamericano. Cuando parecía que ya no volvería a salir al escenario, ante la insistencia del respetable llegó el momento más mágico de la noche: sin estar preparado, con una cuerda rota e incluso sin pie de micro (su ayudante tuvo que sujetarlo durante toda la canción), Lanois se atrevió a tocar y cantar su himno “The Maker”, que ha sido versionado por gente como Willie Nelson, Emmylou Harris o Dave Matthews. Esta canción de carácter religioso cerró una noche mágica, en la que el mesías Daniel Lanois constató que el futuro de la música ya está aquí, lo ha traído él.