Una savia emocional hace crecer las canciones de Ricardo Vicente, músico y escritor. «Uno intenta hacer cosas arriesgadas para sentir esa paz cuando está a salvo», cuenta en una entrevista en Neo2. Esa clase de explicaciones, más la profundidad de algunas de sus letras, llenas de simbolismo y catalizadoras de una trama, constrastan con la aparente frivolidad del personaje. Pero el aragonés, ex de Tachenko y La Costa Brava, encarna una dualidad, es genio y figura. El artista del detalle, concienzudo en las canciones (frases con el máximo sentido y melodías de realce), cohabita con el desenfadado que se contonea con la cadera, que, socarrón, invita al público a hacer coros o palmas, que confiesa al segundo whisky on the rocks que ya no ve igual. «Os digo que quedan 2 antes del bis y otras 2 después, es una chorrada hacer que me voy y volver», incitando a las risas. Con dotes de monologuista, este viernes en Ourense se explayó con divertimento, como si adaptara aquella frase de Caballero Bonald, «la literatura sin humor es un sermón”.
Richi engulló en su coche los 800 kilómetros de asfalto entre Aragón y Galicia para regresar al Torgal de Ourense. Un escenario que descubrió hace más de una década con La Costa Brava, al que volvió hace unos años con el proyecto a tres junto a Francisco Nixon y The New Raemon, y también en solitario después de su disco debut, «¿Qué haces tan lejos de casa?», estreno del que reaparecieron anoche varios temas, como «La balada de Fran y Richi», «A Joni Mitchell con todo mi amor», «Langostas en el Nilo» y «Henry Darger».
Un ensayo primaveral y un ambiente hospitalario lo recibían de nuevo. Exprimió los tonos de su guitarra Martin a base de cejillas y pedaleo. Y el mejor envoltorio fue su talante sarcástico, deslenguado, hasta que la fuerza de las canciones por sí solas captaban el protagonismo. Sucedió por ejemplo en el cierre del concierto, «Belleza y Tiempo», una lección de filosofía (Vicente es profesor de la materia) contenida en un solo verso: «Lo que no sepamos hoy simplemente es porque el viento esta cambiando».
La noche siguió el guion de las notas de su cuaderno (un set list de 15 canciones) y de su primera frase, en alusión: «Todo lo que digáis puede terminar en una canción», que es una forma peculiar de decirle al público cuáles son sus derechos. El concierto empezó con una sesión de estiramientos de voz, y alternancia de volúmenes de guitarra, en «Muriendo de frío», una de las muestras de «Hotel Florida», su segundo disco en solitario.
En ocasiones el título de sus temas juega al despiste sobre la trascendencia de la canción. «Reactor Número 4» habla del amor y desamor de un «liquidador», esa avanzadilla de obreros enviados al infierno, y a la muerte, tras una catástrofe nuclear. Otros nombres son concluyentes. «Trampa 22», traducción al español de «Catch 22» está basada en el test psicológico, difícil umbral, para los desertores de la Guerra Civil que alegaban trastornos mentales. Es el título de la sátira antibelicista de Joseph Heller, publicada en 1961.
La contienda, el fracaso y las historias que se entrecruzan, dan forma a «Hotel Florida», envuelto de arreglos, sintetizadores y pasajes eléctricos en el estudio. Un proyecto que toma el hombre del alojamiento de Madrid que en la Guerra Civil española acogió a intelectuales como Robert Cappa, Ernest Hemingway o John Dos Passos. El autor de Manhattan Transfer legó, en 1938, una crónica con pasajes de contrastes como este: «Y no pude evitar cierto sobrecogimiento, mientras me desvestía en mi tranquila habitación limpia, con luz eléctrica y agua corriente y una bañera (…) Una ciudad sitiada no es muy buen lugar para un turista. Es una ciudad sin sueño». Sin la banda ni tampoco otras voces que contribuyen en «Hotel Florida», Ricardo Vicente dejó muestra en Ourense del single «Como que sale el sol», o «Belleza y Miedo», mejorada en el álbum por la voz de Zahara.
El repertorio miró además a su aventura pop con Francisco Nixon y The New Raemon, con los que comparte productor y sello, respectivamente, en su nuevo disco. De aquella colaboración a tres de 2012, bautizada como «El Problema de los 3 Cuerpos», sonaron en el Torgal «El Palacio de los Gansos» o «Todos tus caballos de carreras», la canción «más gallega de mi vida», dijo recordando el papel de frontera que es el Finisterrae entre España y Portugal. El público saboreó la calidad de las canciones y se divirtió con el espectáculo de Richi. Y es que, como nos enseñó Groucho Marx, «la risa es una cosa muy seria».