Con la lluvia, el viento y las mareas vivas convirtiendo la playa de Riazor en todo un espectáculo a través de las cristaleras del Playa Club, la fuerza sobre el escenario debe ser al menos igual de fuerte para competir. Por eso no podía haberse elegido mejor directo para esta noche: Pablo Und Destruktion presenta en la sala «Vigorexia Emocional«, un disco desnudo, duro, crudo y cargado de potencia que ha conseguido convertir a su autor en la gran promesa de la música española.
Se encargan los chicos de David Quinzán de caldear previamente el ambiente. Una banda «local» a la que conviene no perder de vista. «¿Cómo ha quedado el Depor?», preguntan. El 2-0 en el marcador parece ser motivo extra para darlo todo sobre el escenario con su mezcla fresca y curiosa de rock, pop, toques de reagge y ska y mucho talento.
El público, que comenzó el directo algo frío, ha alcanzado ya temperatura de ebullición cuando Quinzán y sus chicos abandonan las tablas para dejar paso a Pablo Und Destruktion.
El asturiano se acerca al Playa Club a presentar «Vigorexia Emocional«, su tercer trabajo en solitario tras «Animal con parachoques» y «Sangrín«. Un disco que mantiene los tintes folk-rock-indie de sus anteriores grabaciones, pero que añade un plus de desconcierto y oscuridad: letras opresivas, melodías hipnóticas… El álbum entero es un paseo en montaña rusa descendiendo a lo más oculto de la psique y los miedos del propio artista.
Pablo sube al escenario con su banda y pasea parsimoniosamente entre ellos. Enchufa su guitarra y juega un rato agachado con su pedalera. Parece el preludio de algo grande. Y lo es, «Los días nos tragarán» abre el directo con contundencia.
«El aire puro» consigue convertir la sala en un trance, un estado reservado a quienes son capaces de convertir la poesía en música y mantener en ella esa tensión dramática, casi telúrica.
«Esta canción se la quiero dedicar al futuro hijo o hija de Marcos, que viene a repoblar la tierra«, anuncia un Pablo sonriente. No existe tema más apropiado, «La paz de los justos» arranca y los pocos de entre el público que aún se resistían se acercan hasta la primera fila. La legión de fieles de la religión Und Destruktion se congrega frente al maestro y mueven rítmicamente sus cuerpos. Ya no hay vuelta atrás.
Con «Powder» los poderes milagrosos de la voz de Und Destruktion se manifiestan en todo su esplendor: su timbre, su potencia, la calidad de su tono… Todo forma un compendio irresistible, pensado para emocionar, encoger, escaldar… Como sus temas, reveladores e inquietantes.
Turno de «Pierde los dientes España«, que logra convertir la sala en un abnegado coro en la jornada de reflexión.
«Hay guerras que no se ganan«, reza «Extranjera«, pero Pablo Und Destruktion ha ganado la batalla al temporal, al fútbol y hasta a la jornada de reflexión: el asturiano tiene en el bolsillo a un público entregado que no en vano le ha encumbrado a mejor disco del año.
«Aprovecho para presentar la banda«, explica el artista, y divertido pone motes y comparaciones con famosos -y hasta consigo mismo- a sus compañeros de escenario.
El momento de distensión y risas de la banda da paso a «Mis Animales«, un tema que cabalga entre el rock psicodélico y la balada folk con auténtica maestría.
Con «Limonov, desde Asturias al infierno» el público arranca a saltar. Toda la tensión contenida en el directo, en sus temas llenos de sentimientos y dureza, toda la emoción saltan por los aires con la sala. A estas alturas, más de una hora después del comienzo, todo puede pasar.
«Ahora que calentasteis metemos la canción del Padre Nuestro«, ríe el artista.
«Anarquía«, grita alguien desde el público. «Y paz de espíritu» responde Pablo, que continúa «me viene muy bien esto para anunciar que dejamos todos los sellos y montamos una secta que se va a llamar así, La Secta«. El anuncio merece el aplauso del público y da paso a «Nadie quiere al rey Pelayo».
Haciendo honor a la noche desapacible que gobierna fuera, «Por cada rayo que cae» eleva la temperatura de la sala. No hay piedad, no queda hueco para las medias tintas. A estas alturas estás con la banda, o no estás. Son contundentes y marcan el ritmo sin vergüenza y sin tonos grises, desde la batería hasta las letras, cada pequeño detalle de la puesta en escena lleva a la sala a saludar con entusiasmo el grito: «pues quememos las naves«.
De repente Pablo decide romper la cuarta pared. Salta al público mientras desgarra la letra de «Busero Español» y monta una auténtica performance para elevar el bolo antes de los bises. El directo de Und Destruktion tiene mucho de teatro, de interpretación a la vieja usanza, imprimiendo carácter a cada tema y llenando de matices cada canción.
Con «Tibio» se cierra un directo imparable, in crescendo, conquistador y potente. Los gritos y ovaciones del público obligan al artista a regresar con «Pupilas Dilatadas de Ira«, al desnudo, solo con su guitarra y con el corazón al descubierto, con la única compañía de la batería en un discretísimo segundo plano.
Con este ejercicio de transparencia estilística cierra un concierto irreverente, inclasificable y catártico que ha transportado el Playa Club a esa zona de luz oscura que impera en el universo de Pablo Und Destruktion. Imprescindible vivirlo para entenderlo.