Ya van varias generaciones que crecen sabiendo aquello que cantaba Albert Hammond, “it never rains in Southern California…”, y los compases alegres de la popular e inocente tonadilla parecen hacerse realidad en otra voz, más arraigada a aquellas tierras calurosas y hedonistas. Bart Davenport poco tiene que ver con Hammond, pero en el californiano parecen confluir no solo las referencias de las que hace gala, cosechadas a base de años siendo mod, blues y, cómo no, rock. También, el “buenrollismo” y espectacular sentido del humor que exudan sus composiciones, alejadas de toda pretensión esquiva a la del simple disfrute, y tan “libres como el wifi”.
En Madrid, sin embargo, sí que llueve, y los urbanitas han aprendido más de cinismo y sarcasmo que de simple y plana alegría. Quizás por eso, algunos “outsiders” eligen recorrer el camino musical buscando el sol en lugar de las nubes que ya encuentran todos los días. Y es en esa luminosidad que transmiten las raíces del californiano donde confluye el sonido classy vintage de The Limboos. Visto a posteriori, pierde valor el decir que se trata de dos bandas condenadas a entenderse, pero el caso es que así fue. Al menos, durante la grabación del último single SON EG Records del 2015, auspiciada por el saber hacer del productor José María Rosillo, anfitrión siempre en los Estudios SON Estrella Galicia.
Y es que a ratos parecía mentira que aquella fuese la primera vez de Bart Davenport tocando junto a The Limboos. Una compenetración instantánea (pese al idioma), tanto como una aparente telepatía sonora unió en “Pamela”, tema perteneciente al último álbum del californiano, “Physical World” (Lovemonk, 2014), la precisión del cuarteto madrileño (de adopción) con el perfeccionismo de Davenport. Porque, para el oído poco aguzado musicalmente, cualquiera de las tomas grabadas en directo por Bart y Roi, Daniela, Santiago y Dani Niño (saxofonista en esta alegre ocasión) hubiera sido la definitiva. Pero no para el atento oído del americano.
“Esta toma es un 8”, “esta ha rozado la perfección”… Davenport sabía cómo dar de sí todas las posibilidades del Estudio SON Estrella Galicia y disfrutaba como un niño pequeño con cada detalle. Recurriendo, eso sí, a la experiencia de Rosillo (ataviado con una estrella de sheriff en el pecho en esta ocasión) como adalid del producto bien conseguido. “I wanna heard a word from you, are you happy?” (“quiero saber tu opinión, ¿estás contento?”) le comentaba Davenport al productor, quien le aconsejaba subir un poco de allí, quitar un poco de allá… mientras The Limboos daban muestra de su meticulosidad en el directo.
Apenas una pausa de cinco minutos para descansar el oído y disfrutar de unas Estrella Galicia bien fresquitas antes de enfrascarse de nuevo, con una concentración envidiable, a grabar la enésima toma. Tanto The Limboos como Bart Davenport buscaban la esquiva “toma perfecta” entre las imitaciones del acento ruso de Davenport y varias escuchas en la cabina regentada por la famosa Tortuga Pimienta. “This is the way it should be” (“así es como debería ser”) comentaba el californiano, disfrutando del producto aún sin terminar, casi sorprendido de haber coincidido con una banda tan afín a sus propios deseos. “It pours, man, it pours”, que cantaría Hammond.