Texto: J. Castellanos Foto: Theyedropper
Lo que no fue más que un divertimento espontáneo y efímero del batería de The Strokes, Fabrizio Moretti, acabó por convertirse en algo mucho más grande. Little Joy publicó en 2008 su primer, única y homónima referencia. Aquel álbum se convirtió en la banda sonora con la que colorear los buenos tiempos pero también sirvió para descubrirnos una figura tan grande y a la vez tan ignorada fuera del mundo portugués-parlante: Rodrigo Amarante. El brasileño se destapó entre 2013 y 2014 como personalidad musical gracias a “Cavalo”, un álbum personal, titánico y brillante de principio a fin que ayer presentó en el Teatro Lara de Madrid en una nueva cita del 981 Heritage.
Amarante, subido a las tablas teñido de lino azul y rodeado de una formación que lleva de forma impecable sus canciones al directo, se consideraba a sí mismo como un tipo con suerte. Y es que en la música, como en la pesca o en el fútbol, también hace falta una pizca de fortuna. También hace falta la chispa, algo que él lleva cultivando con mimo desde hace años. El de Río de Janeiro ha dedicado su carrera a recolectar las esencias del sonido del país tropical y adaptarlas a su propio mundo, desde el rock de Los Hermanos a los ya comentados Little Joy -con los que fue capaz de introducir con acierto la bossa nova en el mundo del indie- pasando por la samba más pura en formato big band de Orquestra Imperial, un largo Amazonas sonoro que terminó desembocando en su primer álbum bajo su propia firma. Todos esos estilos y formas de un mismo personaje se vieron en un show en el que el rostro de Amarante no dejó ni por un momento de mostrar el asombro por la fascinación que causan sus canciones.
Desenvuelto perfectamente en el castellano, el de Brasil derrochó carisma en la hora y media en la que le dio tiempo a despachar su álbum así como a revisitar a los propios Orquestra Imperial en solitario, sorprender con un tema inédito, rescatar a sus paisanos Novos Baianos o una versión de “Unfucktheworld” de Angel Olsen a la altura. Todo bien medido en un directo que recorrió de forma inicial temas de aire melancólico como “O Cometa” hasta alcanzar la electricidad de “Maná” o “Hourglass” o la adaptación de “Mistério do Planeta” en clave experimental. Y con un bis en solitario que se prolongó gracias a los constantes aplausos desde la platea se despidió de Madrid con un público que pareció no saciarse. “Ojalá tenga pronto un nuevo álbum”, declaró Amarante tras recorrer “Cavalo”. “Se lo prometí a mi madre”.