Hace dos semanas que Madrid debería estar desierta. Las calles de la capital se convierten en una reproducción constante de la escena de Eduardo Noriega recorriendo la Gran Vía en “Abre los ojos”. Los que no han huído en busca de sus vacaciones se resguardan pegados al ventilador y evitan tener contacto con la ciudad en una especie de juego del escondite. Tampoco ayuda una ola de calor que se resiste. Todo invita a no salir. Y sin embargo, tanto Lambchop como Ryley Walker colgaron el cartel de todo vendido en sus respectivos conciertos en la ciudad. Los de Kurt Wagner mantienen un idilio feroz con Madrid y el joven de Chicago parece que anoche emprendió uno similar en el Teatro del Arte.
Si hubiese que poner sobre la palestra un nombre con el que definir y condensar todo lo grande y brillante que nos dejaron los cantautores norteamericanos de finales de los sesenta y los setenta y darle juventud y entereza, no podríamos escoger otro nombre que el de Ryley Walker. El de Chicago se ha convertido, con apenas 24 años, en una de las figuras más interesantes dentro del género gracias a un estilo que combina lo más primigenio del estilo con la frescura que aportaron en su momento figuras tan malditas como Nick Drake, Tim Buckley o su propio hijo.
Walker, subido a su particular road trip que durante dos semanas ha podido seguirse a través del hashtag #RyleyWalkerRoadtrip en las diferentes redes de SON Estrella Galicia, venía levantando una polvareda de emociones en anteriores fechas como Bilbao, A Coruña o Cádiz. El público rara vez engaña y parecía indicar que el estadounidense no es un simple fenómeno; con él estamos hablando de algo grande y tremendamente joven. No son solo sus canciones – “All Kinds of You” y su reciente “Primrose Green” son dos álbumes a escuchar una y otra vez – tampoco su carisma al enfrentarse a los asistentes al directo. Ryley Walker es un torbellino de emociones desprendidas en forma de música, un caballo salvaje que deja a su paso un halo de genialidad que sigue sorprendiendo una y otra vez.
Sin darse ningún tipo de importancia, jugando con su propia parodia y reclamando gritos feroces al arte de la fiesta, el de Illinois -que horas antes había grabado de forma espectacular el tema inédito “Sleepless Sketches” en SON Estudio– ofreció un auténtico recital en solitario, una master class de guitarra y sonido América que le sitúa desde esta misma noche en el podio de grandes directos en lo que llevamos de 2015 y en todo un nombre al que permanecer atentos por lo bueno que le queda por traer a España.