#RyleyWalkerRoadTrip día 7

Despertamos en la casa de Tony Pincante, batería de The Milkyway Express. Recuperamos energías perdidas con un potente desayuno que se hizo cargo de las plegarias de los estómagos que clamaban misericordia.

Salimos a la calle y paseamos un rato por el asfalto sevillano para desperezarnos. El rumbo fue poco a poco llevándonos a la Alameda donde encontramos La Estraza, un bar rockero exquisitamente decorado en el que disfrutamos de comida americana fusionada con productos y toques andaluces y dónde nos reencontramos con los amigos de la Milkyway. Risas, muchas anécdotas y bromas con los cuadros de Gram Parsons, los vinilos del Junco y las armónicas pusieron la guinda a la ciudad de la Giralda.


Viaje de 1 hora a Cádiz de siesta para los afortunados que no conducían y llegada a la sala El Pelícano, situada frente al mar en una vetusta construcción que pertenecía a las murallas de la ciudad. Un entorno de lujo para Ryley que no dudó en darse un chapuzón antes de la prueba justo cuando el sol empezaba su paulatina retirada.

Antes del concierto tocaba cenar algo, seguimos a Pablo, nuestro guía local, que nos acercó a una terraza en el barrio de Santa María. El mobiliario de Estrella Galicia invitaba al optimismo pero ni de lejos esperábamos que la comida estuviese tan buena, chicharrones gaditanos, gambas, chocos fritos, chorizo… ¡pura fantasía!

El concierto fue para el recuerdo,  tónica que se repite a lo largo de la gira. El joven trovador americano volvía a conquistar a un público desconocido casi en su totalidad. Cuando un espectador se enfrenta a algo de calidad y es portador de un mínimo de sensibilidad, cae rendido a sus pies. Tras otro mágico recital en este maravilloso café musical de enclave perfecto, tocaba celebrarlo y sumergirse en la noche gaditana y así fue…

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