En un viaje de estas dimensiones, tenía que pasar. ¡Y pasó! Nos quedamos dormidos en #RyleyWalkerRoadTrip, pero remontamos la jornada porque hay pocas cosas que un pintxo de Donostia y una cerveza Estrella Galicia no puedan arreglar. ¡Así fue nuestra tercera jornada de viaje con Ryley Walker!
El día empezó raro, raro, raro. ¿Sonó el despertador? ¿Qué es ese alboroto en la puerta de la habitación? ¿Están derrumbado el edificio? Las pobres señoras de la limpieza casi tienen que llamar a los GEOS para sacarnos de la habitación. Ryley, gran músico, compañero de viaje y diplomático de la ONU en sus ratos libres, se empeñó en demostrarle a un par de rusos con los que nos encontramos tras el concierto en Bilbao que la guerra fría se había acabado y la confraternización y el vodka hicieron que se nos pegasen las sábanas. Detalles sin importancia…
Nuestra salvación. Menos mal que sólo teníamos una hora de viaje hasta Donosti, café para despejarse y ¡a la furgo! Nuestro diplomático en ciernes, Ryley, aprovechó el mullido asiento de la furgoneta (en algún momento hablaremos de ella y los secretos que hasta ahora nos guarda) para echar una cabezadita y reflexionar sobre el período post bélico tras la caída del telón de acero. ¡Lección aprendida, con los rusos no se juega al vodka!
A Donosti llegamos justo a la hora de los pintxos y nos acercamos a la zona vieja para el ritual, creo que no hace falta decir como estaban, ¡espectacular es un adjetivo que se queda corto! Paseo por la zona y tras un café en una animada terraza y enviarle una postal a la madre de Ryley («Señora madre de Ryley, su hijo está bien. Se lo devolveremos sano y salvo dentro de unos días. No, no es un secuestro, pero es casi un atraco») decidimos irnos para el Dabadaba un par de horas antes de la prueba de sonido. Alrededor de 100 personas esperaban la salida de Ryley Walker, muchos ya habían coincidido en su anterior visita a la ciudad y no dejaron pasar la oportunidad de volver a escuchar su poderoso directo.
El concierto destacó por dar rienda suelta a su lado más experimental. Ryley nunca utiliza un set list, se deja llevar por cada momento y de ello fue buena muestra la larga interpretación de Sweet Satisfaction a las 12 cuerdas que arrancó los aplausos mas rabiosos de la noche.
Firma de discos, charla con los fans y, llegados a este punto, decidimos irnos a dormir directamente desde la sala no fuésemos a encontrarnos con un par de rusos de esos que carga el diablo…
¡Sigue nuestros viaje con #RyleyWalkerRoadTrip. En Periscope (@SON_EG) tendrás la oportunidad de vivir en directo los pormenores de esta gira/viaje. ¿Te vienes de viaje con nosotros?