“It’s Weird”. “Uhh”. “Ouuu”. Poco más tenía que decir Ryan Lindsey a su público. Con esa mirada que atraviesa personas, tabiques y océanos hasta llegar al infinito, el cantante y líder de Broncho basó ayer toda su conexión con el público de la sala El Sol de Madrid en las canciones -que las tiene y muy buenas- y en esos vocablos primarios cargados de personalidad que retumbaban en un jueves de calores extremos y pérdidas de virginidad.
El directo que Broncho ayer ofrecieron en el local de la capital suponía la primera actuación de los de Oklahoma (Estados Unidos) en nuestro país, cita que sirvió además para presentar su segundo trabajo, “Just Enough Hip to Be Woman” y de paso hacer lo propio con el que fue su debut allá por 2011, “Can’t Get Past Lips”, injustamente ignorado por la mayoría de la prensa especializada en su momento. Aquel primer trabajo rebosaba riffs sucios, actitud y una capa de baja fidelidad garagera que le sentaba como un guante y que les ponía en la estela de propuestas como Wavves, King Tuff o Bass Drum of Death. Sin embargo, el éxito no fue el merecido y los de Lindsey nunca pisaron grandes ciudades fuera de su patria. Cuatro años después, Lindsay y los suyos se reinventaron para traernos una nueva oportunidad de Broncho en la que los tiempos se ralentizan y las melodías adquieren importancia, cambiando el garage por el power pop revival.
Los encargados de dar la bienvenida a los estadounidenses fueron Fuckaine y su propuesta a la hora de unir géneros con el rock como base. La dupla madrileña presentó en forma de cuarteto “Totally Contagious”, un segundo trabajo discográfico que explota la forma más festiva y visceral del género en todas sus vertientes, construyendo un estilo propio en el que tiene cabida casi cualquier tipo de ritmo.
30 minutos después se subían al escenario unos Broncho que apostaron desde el inicio por mostrar los beneficios sonoros de “Just Enough Hip to Be Woman”. Hubo tiempo para retomar su primer trabajo, que lo mostraron en los momentos finales de la cita, no pervirtiendo su sonido salvo con la imparable “Try Me Out Sometime”, a la que le dieron un lavado de cara y adaptaron a los nuevos tiempos de sonoridad que corren para los de Oklahoma. Y la verdad es que no le sentó nada mal. La perla, esa gran joya de sílabas a la que Lindsey tituló “Class Historian”, quedó para el último momento, convirtiendo su directo en una curva ascendente que puso sobre el escenario todas las grandes sensaciones que transmite una banda que por fin pisó España.