Para 1995, Lois Pereiro sabía que a su vida le quedaba un último trago. Víctima del envenenamiento por aceite de colza, el poeta gallego terminaría falleciendo un año después. Por eso, para ese último trayecto decidió dedicar su esfuerzo y genialidad a escribir al amor de su vida, Piedad Cabo. Aquellas cartas fueron recogidas y publicadas en 2011 bajo el nombre “Conversa ultramarina”, título que da nombre al primer tema de “Viravolta”, el último trabajo de Apenino y que además conecta con el espíritu del proyecto de Marco Maril que aterrizó ayer junto a Capitán Sunrise en el Teatro del Arte de Madrid.
La música de Apenino tiene algo de “Conversa ultramarina”. Las canciones de Maril también parecen hechas para ser escuchadas por un único destinatario pero, al igual que aquellas cartas íntimas, se convierten en el acto de valentía que supone mostrar la intimidad al resto. El único emisor -Maril- se situó a un lado del escenario, solitario, bajo la luz cálida que requieren las canciones de Apenino. El gallego que “juega a ser músico” agarró su pequeña guitarra y, bajo el sonido del romper de las olas atlánticas, procedió a crear esas capas que acostumbra a fabricar en su habitación y que tienen el encanto del que sabe crear un universo propio en forma de canciones.
Al pop inclasificable de Apenino -a veces cósmico, a veces terrenal y en el que entran desde referencias a Kaka de luxe a la literatura underground- le sucedió el de Capitán Sunrise, una banda que ha hecho de la pasión por el género su bandera. La formación originaria de Zaragoza ha sabido condensar en un mismo sonido, con estilo propio y encanto, referencias como Belle and Sebastian, el Donosti sound o el pop nacional de corte independiente de hace un par de décadas.
La voz dulcificada de Santi Diego bajo los coros de Noelia Cabezas y Laura Stinson ejercían el tono amable acompañado de teclados y en contraposición al sonido que emitía la guitarra de Miguel Sánchez y que rugía en ciertos momentos llegando a géneros más allá del rock, dando una pincelada de mayor intensidad. Por el escenario de Capitán Sunrise no faltaron los invitados, devolviendo la colaboración con Apenino -que en su turno había contado en dos ocasiones con Diego- y cerrando la noche con canciones como “Superman enamorado” o “Súperplan B” que terminaron por levantar de sus asientos para bailar a parte del público en una noche en la que el pop vivió casi todas sus facetas.