La paleta de colores que ofrece Leo Mateos y compañía en su recién estrenado tercer disco (ahora con Ricky-Standstill-Lavado a la batería) se ha matizado, dejando a un lado la agresividad cromática de trabajos anteriores para virar hacia tonalidades más etéreas, menos duras y siniestras. Sus pinceles recorren ahora algo más reposados y sugerentes las líneas melódicas de unas composiciones donde los sintetizadores y las bases procesadas saltan a la vista, dando lugar a una bella acuarela sonora peligrosamente adictiva.
Esa belleza que se palpa en el disco, en directo se expande y golpea de otra manera, con otra actitud, quizá más descarada, más desafiante. Si en la tranquilidad de casa suenan sugerentes e inquietantes, en directo sólo piensan en hacernos entrar por la vía rápida en sus bucles sonoros.
Era la presentación de «Rojo es peligro«. Soldout desde hace días y pocas opciones a que alguien les volviese a disfrutar al día siguiente en un doblete sabiamente programado. El único momento de respiro del concierto llegó en el prólogo, ya que con los versos de «El diablo fue bueno conmigo» se asomaron a escena e intentaron sedar al público para meterle un contundente revés a la primera de cambio con la imprescindible «Felicidad réplica» que sonó como segunda perla de la noche.
A partir de ahí lo previsible hubiese sido encadenar casi todos los temas de su nuevo disco, pero optaron por la heterodoxia de acudir al pasado, en contra de toda lógica, con un álbum recién parido entre manos. Y mientras Ricky marcaba la pauta rítmica, Meta envolvía esos compases con el bajo y Leo iba añadiendo texturas, soltaba bases y colocaba guindas (bien vocales, bien instrumentales) adornando cada canción.
Mucha tela se cortó en la decena larga de canciones que ejecutaron esa primera noche en El Sol: sus pasiones ‘thecurianas’ quedaron marcadas en «Mil espejos«; aún más góticos y ochenteros con la siniestra «Dentro de él»; provocando un karaoke en la sala cuando sonó «Ha sido divertido«; dedicándole un corte (ficticio) al «chorizo del día» (Rodriiigo, o lo que es lo mismo, «El hijo de dios«)… Satisfechos, desaparecieron momentáneamente del escenario para regalar a un público totalmente henchido un trío de bises para el recuerdo protagonizado por el coqueteo irónico de «Amor Falso«, el mantra de «Prometo hacerte daño» y unas «Dosis modernas» difíciles de igualar.